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Bodegas Matarromera une tradición y tecnología en busca de la excelencia vitivinícola
Por las carreteras de la cuenca del Duero se puede observar a simple vista la suntuosidad de uno de los puntos vinícolas más fructíferos de toda España. A izquierda y derecha, multitud de viñedos conforman un paisaje labrado a base de esfuerzo y tradición. Paramos, concretamente, en las cercanías de la pequeña localidad de Valbuena del Duero –con poco más de 450 habitantes–, donde a sus afueras se levanta una de las bodegas más icónicas de toda la comarca, Matarromera, una empresa familiar que cuenta con otras 11 distribuidas por toda la geografía nacional y tiene presencia en siete denominaciones de origen (Ribera de Duero, Toro, Rueda, Cigales, Rias Baixas, Rioja y Ribeiro).
Nos adentramos en ella, en plena jornada de vendimia, para comprobar, tal y como cuentan sus empleados, la relación y convivencia que conforma dicha tradición con la innovación y la tecnología. En la primera máquina que se ve se libra una “pequeña guerra de las galaxias”, según bromeaba el director general de la compañía, Julio Pinto, en el recorrido por la finca que, junto con Microsoft y Tipsa, hizo con la prensa esta pasada semana. Y, es que, un sistema de visión artificial separa la uva no acorde, según parámetros de tamaño y color, de la válida para conformar unas 150.000 botellas de su gama más alta de vinos. Parece una batalla debido a la velocidad con que los frutos saltan de un lado a otro durante una jornada en la que se procesan unos 20.000 kilos de esta fruta. Así lo hace, diariamente, durante poco más de dos semanas que dura la labor.
Este es solo uno de los ejemplos más vistosos de la organización fundada en 1988 por el ingeniero agrónomo Carlos Moro. En la actualidad, ha adoptado la inteligencia artificial (IA) para todos los procesos operativos y de negocio. En un sector tan artesanal como el vitivinícola, ahora “para tener los mejores vinos es necesario contar con la mejor información”, según subrayaba el empresario.