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Cómo liderar equipos 'vitaminados' con IA

Retos en la integración de la IA
Lograr este aprovechamiento no está exento de desafíos. La integración óptima de la tecnología requiere en gran medida de conseguir adaptarla. En una reciente encuesta para Harvard Business Review, se mostraba cómo no llega con tener herramientas de IA genéricas para completar determinadas tareas; incluso cuando son tecnologías propias de áreas concretas, como finanzas o recursos humanos, las personas participantes consideraban que necesitaban de mayor especialización. Esta situación plantea a los equipos directivos la necesidad no solo de formar al personal, sino también de adaptar las herramientas —la IA no es una tecnología de instalar y olvidar, defienden, sino que debe refinarse continuamente para aportar valor—. No llega con plantear un proyecto estupendo: hay que asegurarse de que tanto el equipo como la tecnología se adaptan al mismo.
“Cuanta más IA, menor valor para las tareas codificables, y mucho mayor valor para las tareas que requieran esa aportación de criterio, donde la dimensión humana es crucial”
Ivan Bofarull, director de innovación de Esade
Ivan Bofarull, Chief Innovation Officer de Esade.
Esade
A nivel de gestión, el uso de la IA tiene un impacto profundo, defiende Xavier Gangonells, director general de la Asociación Española de Directivos (AED). “La IA va a transformar los modelos de negocio y de gestión de las organizaciones, así como la manera de ejercer el liderazgo”. Entre las distintas implicaciones de esta tecnología, Gangonells cita la revisión de la estrategia, la adaptación de estructuras, revisión de riesgos y otras consideraciones éticas, así como repensar cómo se toman las decisiones. Desde la AED, indica, ven esto como el “inicio de una nueva era de los negocios”. “Es responsabilidad de los líderes actuales prepararse, tanto individual y como colectivamente, para aprovechar las oportunidades que esta tecnología ofrece, así como los riesgos que supone”.
Para Bofarull, la integración de estas tecnologías se traduce en que “tendremos que gestionar cada vez más a personas y equipos que sepan pensar bien, pensar críticamente y que posean calidad humana en su dimensión más holística. Una IA no distingue entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. La gestión consiste en tomar decisiones y decidir entre alternativas. Lo que una IA nos proponga puede ser estadísticamente impecable pero humanamente inasumible”, valora. “Y al revés, las personas tenemos una capacidad de imaginación que va más allá de una correlación estadística. La IA nos puede asistir en una lluvia de ideas, pero seremos nosotros quienes le aportemos el toque final, o validemos la relevancia de los resultados”.