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Cómo abordar la deuda técnica antes de que cause estragos al negocio
Con el tiempo, la idea de deuda técnica se extendió más allá del código personalizado para abarcar decisiones más amplias relacionadas con la tecnología dentro de las organizaciones, dando lugar al concepto de deuda técnica empresarial. Las organizaciones empezaron a darse cuenta de que la deuda técnica puede manifestarse en la infraestructura, las opciones arquitectónicas, la gestión de datos e incluso el uso de soluciones de software de terceros. La deuda técnica engloba costes informáticos ocultos, mayores riesgos operativos, seguridad comprometida, innovación obstaculizada y dificultades para adaptarse al cambio.
En palabras de Saroff, “la deuda técnica hace referencia a cualquier tecnología que merme la capacidad de la empresa para cumplir su estrategia o misión. El término se acuñó originalmente para referirse al desarrollo a medida, pero ahora se ha ampliado para abarcar cualquier tecnología. La deuda tecnológica puede estar representada por tecnología antigua, tecnología mal configurada, tecnología ineficiente, tecnología mal seleccionada, tecnología frágil, y también puede aplicarse a los datos”. Al igual que la deuda financiera, comenta el analista, “la deuda tecnológica no es necesariamente algo malo si se trata de una decisión consciente”.
De la misma forma en que las organizaciones pueden asumir deuda financiera por razones estratégicas de negocio, también pueden aceptar (conscientemente) algunos niveles de deuda técnica. El problema surge cuando se acumula sin realizar pagos tecnológicos contra esa deuda a lo largo del tiempo. En este sentido, insiste, “la deuda tecnológica no puede eliminarse, porque la tecnología siempre está evolucionando y es imposible evolucionar siempre con ella”.