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Jesús Montero (Aemet): “Tecnológicamente vivimos un momento sin parangón”
Un organismo con solera y una historia apasionante. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) data del siglo XIX, su origen se remonta al levantamiento del Instituto Central Meteorológico afincado en el Observatorio Meteorológico, junto al parque de El Retiro, al término del paseo de Coches. Desde entonces, relata Jesús Montero, coordinador de Telemática en la Aemet, han pasado por diversas manos, sendos ministerios y diversos apelativos. “Fue en el 78 cuando nos ‘civilizaron’”, bromea el meteorólogo, “a partir de ese año nos designaron personal de la Administración Civil del Estado y ahora dependemos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico”. Antes, confiesa, eran una dirección general; ahora, una agencia estatal. Esta transición ha impactado en la idiosincrasia de un organismo crítico para la nación.
Para Montero, la “peculiaridad” de la agencia reside en su gran dispersión territorial, además de en su razón de ser: un servicio estatal. “Todavía no se han transferido competencias a las comunidades autónomas como en otros ámbitos, somos la autoridad meteorológica del Estado y estamos presentes en todos los puntos de la geografía española”. Además del edificio de servicios centrales donde Montero recibe a CIO España, en cada comunidad autónoma hay una delegación territorial con su particular delegado territorial, “un meteorólogo que tiene la función de representar al organismo en la región y prestar un servicio especializado en ese punto”.
Más allá de eso, en las bases militares y en los aeropuertos civiles, la Aemet también está presente con una Oficina Meteorológica y personal in situ; además, hay un total de 38 observatorios provinciales donde, según el responsable, se produce la imagen romántica que la población tiene de la meteorología, “la del personal observador que realiza observaciones a ciertas horas del día sobre las nubes, los meteoros o la temperatura”. Sin embargo, volviendo a la sede de la agencia, es aquí donde el organismo cuenta con su propio centro de procesamiento de datos y un superordenador para “correr” los modelos de predicción numérica del tiempo.